El de las putas, brujas y herejes
Venía en el metro, tarde; muy tarde, de hecho. Aplastada contra la puerta, con ese inexplicable olor tempranero a humanidad rodeándome, escuchando en mi emepetrés la berreante voz de quien hace bien poco estrujaba mi estómago, deseando llegar aquí para explicarle a ella qué fue lo que pasó ayer, haciendo un ranking con los titulares con más chispa del periódico gratuito. Rememorando momentos y escenas. Mmmmmm. Y quince minutos parados en un túnel.
Las aceras están muy abajo, como mínimo a veinte centímetros de mis pies. Yo no las toco. Sopla un viento helado y me he dejado el jersey encima de la mesita lacada en negro. Llevo la capucha de mi sudadera negra puesta, como una puta yankee, con mi cortado took away. La vida es fantástica cuando no piensas en ella.
3 comentarios:
Pues sí, si no fuera porque a veces no te deja ni tiempo para no pensar en ella, la muy zorrilla.
nada, un putón verbenero es lo que es.
Bueeeno... depende de por donde la mires. En mi caso, ver mi vida es como una espada de doble filo. Si la pillo por el lado inofensivo no pasa nada. Si la pillo por el lado suicida, sálvese quien pueda. Mejor (creo yo) sería dejar la mente en blanco, en piloto automático, como dice un amigo. Y si, a veces es mejor no pensar.
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