Yo lo único que quiero es deambular
Dos manos en un bolsillo. Sin rumbo fijo. Estar borracha a la una del mediodía. Una paloma marrón enamorada de un pájaro negro y blanco; él venga decirle que no, la otra que por qué, por qué, por qué, si yo te quiero a ti, mi amor. Carta a los empleados del hotel; cuánto espacio desaprovechado... o no. Tortitas para desayunar. Bollería. Conejos, muchos conejos, decenas de conejos al otro lado de la valla de la autopista. Cantar en voz alta, sola, porque es lo que más te apetece en el mundo, y además así no tienes que oír a la señora que habla y habla por teléfono sin parar. Albert Camus, La chute.
Volver y resetear, porque si no cómo. Que alguien grite y se te erice la piel. Sonrojarse. Y comprobar que probablemente la opción a y la b del post anterior eran correctas, pero desde luego también la c (gracias de nuevo).
3 comentarios:
Es que hay palomas muy raras por el mundo... y conejos también hay muy raros... Y hay gente que canta sola muy rara tambien... jaja. Así que viva los raros!
Qué bonita es la felicidad, verdad?
O los momentos, o las horas, o los minutos o segundos...
Y los espacios vacíos y completos al mismo tiempo.
:*
Xaral.
trape, ¡vivan!
xaral... sí. Sí a todo.
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