Idiosincrasia extravagante

A veces hay encontronazos inesperados que me dejan con los hombros caídos. Así: chof. Y da igual saberlo de antemano, da igual haber intentado prepararme para el choque de la realidad real con la que yo me creo, me guiso y me como; de repente alguien me dice hola y se me queda esta cara o similar.
Pero, como ya he demostrado en repetidas ocasiones, hasta la saciedad casi diría, soy una tipa dura. Así que al final me repongo y voy buscando etiquetas de composición... Made in Sweden, perfecto. Aunque salga rana y mi primera reacción sea sentirme un poco mierda al día siguiente, con el paso de las horas voy ganando objetividad y me parece bien. Me parece correcto. Más se perdió en la guerra, y mi almohada huele tan bien.
Luego por la noche empaqueto mis cosas y me preparo para hora y media de grabación. Que me pidan durante hora y media que me haga la guays es... vaya, je, divertidísimo. Qué ganas de ver los resultados.
Y este fin de semana, así, en pack, envasado en tetrabrick, hidrolizado, uperizado y tamizado, ha hecho que decida hacer algo yo sola. Porque quiero hacerlo sola. Porque no me apetece hacerlo con nadie más que conmigo. Y porque sé que o aprovecho los avatares del destino o jamás me decidiré.

Y ahora quiero pedir vuestra colaboración: hagamos entre todos de ésta la canción del verano. Ni micrófonos ni nada, esto es lo más. Yo ya me la estoy aprendiendo, y pretendo convertirla en un himno. Gracias a J. y a L. Qué guapos son; qué estupendos, qué adorables.