Fuck forever, if you don't mind

Jacko ha abierto la veda, y gracias (o no) a él aquí llega una nueva categoría de posts a la que he decidido llamar Por mis huevos troyanos. Os aviso desde ya que desconozco la continuidad de esta sección pues si por algo no apostaría en esta vida es por mi tenacidad, que lo sepáis. La finalidad no es otra que romper una lanza (¿venden lanzas en Ikea?) por ciertos personajes contemporáneos que han sido, son y serán vilipendiados una y otra vez sin que servidora alcance a entender por qué, y ya puestos conseguir que me metáis caña, cosa que, no os lo voy a negar, me chifla sobremanera.
Reconozco que el primer protagonista de esta sección viene con mis instintos reproductor y protector debajo del brazo, y es que a mí me das un chico mono, sensible, inteligente y encima problemático, y ahí me tienes, a sus pies cual perrilla faldera.
Pete era un muchacho espabiladillo, de sobresalientes y matrículas de honor. Como casi todos aquellos cuyo coeficiente intelectual supera la media, se aburría soberanamente. Se aburría en el cole, se aburría con sus amigos provincianos, así que, tras visitar la Rusia natal de su madre gracias a la obtención del primer premio en un concurso de poesía (no me digáis que no es una cosa mona, ains), se mudó con su abuelita a Londres para estudiar allí Literatura Inglesa, con la esperanza de que en la capital dejaría de sentirse un perro verde. Pero no, claro, lo que tienen las procesiones propias es que van por dentro y ya te pueden cantar saetas a pleno pulmón que a ti plín. Así que el año siguiente, desidia mediante, dejó las clases, y la campanada familiar hizo que se tuviese que buscar a alguien con quien compartir gastos, que ya sabemos todos que Londres está carísimo. Y ese alguien no fue otro que un compañero de clase de la hermana mayor de Pete, Carl Barât, quien le metió el gusanillo de la música dentro y, ya que estaba, el de la drogaína también. La cosa es que se hicieron súper amiguitos y juntos fundaron The Libertines, un grupo cojonudo con canciones cojonudas de letras cojonudas compuestas por nuestro chico que sacó dos discos al mercado, Up the bracket y The Libertines, discos que si no tenéis en vuestro haber ya estáis tardando en bajaros. Download, download, download. Pero, cosas de la vida, las continuas peleas entre ambos acabaron por desembocar en la disolución de la banda, con una denuncia de Carl a Pete por robo en su apartamento como colofón.
De ahí en adelante todo ha ido a peor para este muchacho. Su tormentosa relación con Kate Moss le puso en un punto de mira al que no estaba acostumbrado, ni él ni sus jeringuillas; fundó The Babyshambles, que se pueden escuchar pero son tirando a malillos, salvando honrosas excepciones como la que suena en este post (Dirty Pretty Things, el nuevo grupo de Carl, mola bastante más, la verdad); logró escapar de un centro de rehabilitación que te cagas en Tailandia; yutubearon un vídeo suyo pinchándose... La última, ay señor, es que se rumorea que ha iniciado una relación con, ecs, Courtney Love.

Y yo, que si me llega a pillar adolescente me forro la habitación con fotos de esta criatura, babeo ante esta criatura, con ese estilillo ante el que babeo y que además me sienta divinamente. Y punto pelota.