De mi edad adulta
Ayer eché un par de polvos en los bajos fondos. Que tuviesen lugar en un ático de una de las zonas más pijas de la ciudad, con una vista deslumbrante y una terraza más grande que todo mi piso no le quitó ni un ápice de sordidez al asunto. Hacía tantos años que no jugaba a la niñita pija que se enrolla al más malote que durante un rato me sentí en inferioridad de condiciones. Él actuaba de la única manera que sabía, y yo no acertaba a ser natural teniendo que amoldarme a alguien tan distinto. Pero al cabo de un rato me sobrepuse, recordé qué buscaba cuando había mandado el mensaje, y tomé las riendas de la situación. Al césar lo que es del césar, cojamos un taxi y lleguemos hasta el final.
Atravesé la puerta y mi estómago se contrajo durante unos segundos por aquel olor tan fuerte, y vi todas aquellas máquinas, los ventiladores, los temporizadores. Acepté la cerveza y el porro y me senté en el suelo de la terraza, mientras le miraba ir arriba y abajo; con mis zapatos de charol a un lado, la espalda apoyada en la caseta de la pit bull, pensaba en todo lo que me había estado contando, en su vida tan diferente a la mía, que siempre ha sido tan sencilla, tan fácil y práctica, y me extrañé un poco al darme cuenta de lo cómoda que me sentía allí. Qué bien le quedaban los tejanos y la camiseta roída. Entonces le vi, dios, cómo se le parecía; era aquel niño andaluz, el más malo de todos, al que vi por última vez a través de las rendijas de la persiana parado con su moto debajo de mi ventana, esperando como antaño a que yo bajase y me fuese con él a la playa a dejarme meter mano. Porque nuestras miradas se habían cruzado cuando pasé por aquel callejón tan estrecho en el que yo intuía que iba a estar.
De madrugada, cuando caminaba hacia mi casa acompañada todavía por cierta sensación de irrealidad, me reía. Es que creo que nunca había sido tan consciente de que puedo hacer lo que me dé la gana.
4 comentarios:
Las diferencias pueden ser sorprendentementes agradables...
Besote!
El mundo en tus manos.
Me ha encantado el post.
(Dios mío el código de verificación cada vez es más largo)
Y anda que no te quedas ancha (metáfora) cuando tienes un momento revelador de esos. Hasta te vuelves a sentir invulnerable.
xaral, a veces, sí. Si no son insalvables.
ohne, síp. Gracias...
(Jeje. Os pongo a prueba).
nada, hasta eso, sí.
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