lunes, 18 de junio de 2007

Exámenes de recuperación

Las vacaciones.

El olor del cajón donde guardaba los deberes durante mis veranos andaluces. Era el primer cajón del mueble color caoba, el que estaba más cerca de la puerta del balcón. Los primeros días era muy aplicada, trabajaba cada día hacía un ratito, y al abrirlo y cerrarlo a menudo se ventilaba. Pero pasada la primera semana, más o menos, había cosas mucho más importantes que hacer; había que saltar desde el faro y trepar por las rocas después, había que jugar a pichi y a polis y cacos, había que pasarse tardes enteras comiendo pipas en la plaza, había que descubrir que los niños más interesantes siempre son los que más hacen sufrir. Además, competía con el cajón de los tebeos, que era el siguiente, y la batalla era demasiado desigual.
Entonces llegaba mi cumpleaños y me daba cuenta de que se acababa el tiempo (esta tendencia mía a dejar para mañana lo que puedo hacer hoy), y el cajón hacía tanto tiempo que no se abría que un aroma, mezcla de goma de borrar milán, lápiz staedler y libro nuevo, invadía el comedor.
Era el mismo olor de mi mochila perona, el de la vuelta al cole. El de un nuevo curso. El que, espero, hará mi maleta cuando la abra al volver este septiembre.

7 comentarios:

nadadora dijo...

Ojalá este post llevara Odorama.
La tendencia a dejar para mañana lo que puedes hacer no está lo bastante valorada; y eso de que los niños (genérico) más interesantes son los que más hacen sufrir es un bulo que corre por ahí. Ni caso.
Y claro que sí.

Anónimo dijo...

Y hay que ver lo que nos gustaba volver al cole en septiembre y lo poco que duraba esa sensación! Que siempre te autoprometías cambiar y ser mas aplicado y te duraba una semana...

Kinky dijo...

Me encantaba ir a comprar los materiales escolares, me acuerdo que mi mami em dejaba coger bolis rosas y lilas, para que pasado un mes los bolis hubieran desaparecido. Empezar el cole no era NADA divertido. Odiaba tanto ver a la misma gente de cada año tanto como a la institución escolar en sí. Puaj. Aunque no me puedo quejar, hubieron momentos memorables. Ya escribiré un post recopilatorio, me has metido el gusanillo!!

Mrs. Sarmiento dijo...

nada, sí, verdad? Ojalá. Yo lo tengo muy presente ese olor.
¿Es un bulo? Joder, y yo que me lo he creido toda la vida. Ains. A ver si estoy a tiempo de rectificar, a estas alturas.
Y gracias. :)
(Genérico, dice, je).

trape, sí que gustaba, sí. Al menos mientras duró la egebé, que es del periodo que hablo; luego ya no tanto... Lo que pasa es que yo en seguida fui muy consciente de mi condición y dejé de hacerme propósitos. Ni en año nuevo siquiera.

enciamet, el momento del habituallamiento escolar era lo más, es cierto. De hecho, a mí me sigue molando comprarme bolis y cosas. Y a ti lo que te pasa es que aún lo tienes demasiado reciente, criatura. Aish.

nadadora dijo...

Lo del genérico era para poder incluirme en la cosa. Faltaría más. Y que conste que yo nunca me lo he creído.

Anónimo dijo...

Sí, lo de estrenar los nuevos bártulos era lo mejor. Forrar los libros, ponerle tu nombre a los cuadernos con letra primorosa. Pero duraban tan poco los buenos propósitos...
Septiembre es mi mes favorito. Aunque ya no empiece curso, sigue siendo el inicio de mi año nuevo.

Mrs. Sarmiento dijo...

nada, es que tú eres una chica lista. Ya te dije un día que yo quiero ser como tú cuando sea mayor. Jur.

ohnenick, sí, eso molaba mogollón (toma ya). Pero en realidad para mí lo mejor era volver a ver a la gente, que tras tres meses eran completos desconocidos. Y ni te cuento si caía alguno nuevo...