martes, 4 de diciembre de 2007

.

Cuando puse punto final a nuestra relación estaba totalmente aterrorizada. El día a día fue fácil, seguir adelante fue fácil, follar con niños guapos fue fácil. Pero luego una tiene que quedarse a solas consigo misma y luchar contra ese enorme vacío. Aprendí muchas cosas en esos diez años, pero sin duda la lección más valiosa para mí fue ser capaz de mostrarle a alguien lo vulnerable que soy; fue a partir de ese momento cuando dejé de vomitar(me). Durante todo ese tiempo, cada vez que me sentí así no tuve más que agarrarme fuerte fuerte a él, hundir mi metro sesentaytres en su metro noventa y esperar a que todo pasara. Y todo pasaba, y por un rato era como soltar todo el oxígeno y disfrutar de la cadencia de las cosas en lo profundo de una piscina.
Los abrazos. Perder los abrazos fue lo peor.
Ahora voy a su casa y le ayudo a recortar pósters de películas para forrar el armario de su nueva habitación. Ayudándole a redecorar su vida. Y mientras, él se muestra tan sincero, tan frágil dentro de ese metro noventa, tan pequeño como solo yo le he visto alguna vez. Y soy feliz. Soy feliz porque sé que lo que pica cura, porque una vez más alguien a quien quiero me ha demostrado lo fuerte y lo humano que puede llegar a ser. Me siento orgullosa de él. Y soy consciente de que si eso no funcionó, de que si esa historia de amor que fue perfecta durante tantos años no duró para siempre, ninguna lo hará. Pero no me importa, no me importa en absoluto. Porque entonces me siento en su cama, a su lado, y nos fundimos en un abrazo antiguo, un abrazo de diez años que ahora sé que no terminará nunca. Y luego entro en hotmail para ver si mi última invención ha dado un nuevo fruto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no sé si hay un tope de querer a alguien, ni sé si hay un tope para decírselo a alguien. Pero no me cansaré nunca de decírtelo a ti porque eres lo más maravilloso, real, auténtico, emocionante (y mil cosas más buenas que se puedan decir) que me ha pasado en la vida.
Gracias, por todo, por haberme amado como me has amado, por seguir queriéndome como me quieres, casi de manera incondicional, por hacerme sentir tan importante, por enseñarme tantas cosas, por abrazarme siempre, por hacerme llorar, por tener los huevos de dejarme ir y seguir ahí, por ser tú conmigo todo el tiempo.
Así que gracias, te las debía.
Te adoro mi vida, y yo tambien quiero seguir abrazado a ti siempre.

Blasfuemia dijo...

(creo que mejor no digo nada, pero he estado aquí, eh)

Anónimo dijo...

(oh, a mi también me da apuro hasta suspirar. ¡Qué...snif!)

Anónimo dijo...

(¡Joder!Yo también me callo)

El Malvado Ming dijo...

Me gustan los puntos.